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Loud noises!

| Wednesday, April 18, 2007
Cuentan las crónicas de Herodoto que, 500 años antes de Cristo, el rey Xerxes I del Imperio Persa mandó heraldos a todas las ciudades de Grecia pidiéndoles tributo de tierra y agua y su rendición. Esparta no sólo rechazó rendirse, sino que mató a los heraldos tirándolos a un pozo donde encontrarían su tributo. Enojado, Xerxes I mandó a un descomunal ejército para terminar de un solo golpe lo que su padre había empezado. 300 espartanos dirigidos por su rey Leónidas les hicieron frente en el paso de las Termópilas en uno de los "last stand" más imponentes e importantes de la historia. Los 300 no sólo detuvieron a las fuerzas persas lo suficiente para que Atenas fuera evacuada y su flota naval preparada para la batalla decisiva en Salamis, sino que les ocasionaron enormes bajas. Los 300 aguantaron hasta el final y solo fueron vencidos por la traición.

Es una historia impresionante, 300 hombres aguantaron hasta su último aliento para luchar junto a su líder por aquello en que creían. No hay nada que agregar, no hay nada que quitar. Pero Frank Miller no lo creyó así. La película de 300 se ve impresionante, sin embargo carece de todo lo demás. No se muestran los motivos de Xerxes I, ni la situación de Grecia durante esa época, no sabemos casi nada de los 300, se le añaden personajes grotescos y deformes que no aportan nada a la historia, que incluso la denigran. A los actores parece que les dijeron que entre más griten actuan mejor.

No, no había leído 300 antes de ver la película, pero ahora no tengo ganas de hacerlo. Los 300 se merecían algo mejor.

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