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Sweded

| Wednesday, August 05, 2009
Por azares del destino en las últimas dos semanas ví dos películas suecas (creo que antes de eso mi única referencia al cine sueco era El Séptimo Sello): Ondskan y Déjame Entrar.

En Ondskan nos narran la historia de un chavo que lo corren de la escuela en la que está por problemas disciplinarios tan graves que prácticamente lo banean de toda escuela en Suecia. Su madre lo consigue meter a una escuela fashion con muchos esfuerzos y de ahí la premisa está puesta. Los pirruris de la escuela le buscan pleito, él no les puede contestar porque no quiere que lo corran y la película se vuelve una mezcla de La Venganza de los Nerds, Perfume de Mujer y Naranja Mecánica (por eso de la ultraviolencia). Lo curioso del asunto es que los maestros toleran los abusos de los alumnos más grandes con la excusa de la autodisciplina, pero que realmente es cubrirse el trasero ante posibles represalias de los padres y lo aún peor del asunto es que está basada en una historia real (bueno, una autobiografía, si yo escribiera mi autobiografía también me retrataría con la habilidad de pelea de Steven Seagal). El final está muy telegrafiado, pero es muy gratificante.
Total, la película es interesante y recomendable, aunque no tanto como la segunda.

Déjame Entrar
es, básicamente, la mejor película de vampiros en la historia de la humanidad. Trata de un niño (Oskar) al que se la pasan molestando en la escuela (aunque a diferencia de Erik en Ondskan, Oskar solo tiene fantasías de venganza pero no habilidad para hacerlo) y que una noche se encuentra con su nueva vecina (Eli) y entabla una amistad con ella. Sin embargo, Eli no es una persona cualquiera, es un vampiro y quien la cuida (Hakan) le proporciona la sangre que necesita para sustentarse matando a quien se le presente la oportunidad (nada de esas mariconadas de alimentarse de animales). El resto de la película se basa en las relaciones de Hakan, Eli y Oskar. Hakan en particular me parece un personaje muy interesante porque
su motivación para cuidar a Eli, protegerla y alimentarla es porque es un pedófilo. La clave de la película sucede en una escena muy rápida donde se muestra que Eli no es una niña sino un niño castrado. Por tanto, Eli es el perfecto espécimen para un pedófilo: un eunuco eterno. Es complicado hacer una película donde se pueda sentir empatía por un pedófilo, pero el sacrificio que hace Hakan al desfigurarse para proteger a Eli nos dice que se preocupa por ella. Ayuda bastante que la relación se deja bastante ambigua en la película, aunque la wiki nos dice que en la novela no es así. El final de la película es bastante amargo por esto mismo, si bien Oskar y Eli terminan juntos en el tren, la vida de Oskar probablemente termine como la de Hakan. Eli no le va a drenar la sangre, pero sí su vida, su alma y su brújula moral.

Al final, Suecia demuestra con estas dos películas que se puede hacer buen cine sin tanto presupuesto (según la wiki, alrededor de 4 millones de dólares por película, particularmente impresionante en Déjame Entrar donde los efectos son muy bien logrados) y sin tanta población (hay 9 millones de personas en todo el país). Quizás sea el clima que los hace más melancólicos, quizás sea su historia, no sé pero si nos pidieran un dólar a cada mexicano para hacer una película lo mitad de buena que cualquiera de estas dos, sería una mejor inversión que los millones que tiramos en burocracias y "planes" para combatir al narco... claro, a menos que se lo den a Gerardo Tort y terminemos con otro De la Calle.

Nota:
este post lo empecé como en Agosto del 2009, así que eso de "dos semanas" ya son varios meses.

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